16/2/12

Las obras dicen lo que me enseñaron mis amigos

Una de mis primeras pinturas la hice en 1998, mi amigo y gran maestro José Rómulo David Ríos Cruz cuando era Supervisor de Zona nos invitó a un taller relámpago de seis horas. Llevamos pinceles, pintura vinílica, triplay, unas corcholatas y unos platos; hicimos nuestras revolturas como él nos decía, aunque el verde a veces se tornaba casi negro, pero quedaron las grandes obras. El tiempo pasó demasiado rápido entre risas y bromas ese día del cursillo; unos querían pintar ríos y resultaban caminos; otros hacían árboles y parecían piedras montadas unas sobre otras o finalmente las imágenes que deseábamos plasmar perdían su forma. Nosotros queríamos que las pinturas tomaran un parecido al retrato o a la fotografía, pero nuestro gran maestro nos decía que no nos preocupáramos cómo iba quedando el cuadro, que con el tiempo si seguíamos pintando se tendría que mejorar nuestro estilo.

Pasaron unos cuatros años y decidí comprar mis materiales: pinceles, espátulas, aceite de linaza, pinturas de óleo, aguarrás, lienzos, bastidores, brochas; hasta le pedí a un carpintero que me fabricara un cajón al cual le adaptó el tripié, quedó como de artista de brocha gorda; ahora sí a pintar.

Cierta ocasión mi apreciado y muy querido amigo Dante Aparicio Gutiérrez me obsequió una fotografía y me dijo que intentara pintarla en mi lienzo, comencé a pintar la casita y más o menos quedó como en la foto, lo malo es que le metí regla y escuadra para que no perdiera su figura original; cuando vio mi pintura no se pudo aguantar la risa, más porque me dijo que dónde habían quedado los borregos que estaban en la fotografía y le dije que como no pude dibujarlos y menos pintarlos, entonces me fue más fácil convertirlos en piedras. Esta obra se la regalé a una amiga que trabajaba en la Corde de Chignahuapan.

Después seguí pintando, a veces era tanto la obsesión que me dormía a las dos de la mañana, en ocasiones ya había guardado mis cosas en el cajón y regresaba a ver mi pintura y me daba por seguir hasta terminarle algunos detalles o definitivamente la descomponía. Es precioso el arte, pero sin tanto apasionamiento, tiene que emerger paso a paso y yo me quise comer el tiempo pintando durante dos años consecutivos, y finalmente terminé no aburrido, sino que dejé de pintar por muchos años; creo que ya es tiempo de retomar el arte.

No soy pintor, me gusta, lo disfruto, pero soy un poco desesperado, lo que mi amigo Dante no tiene, él es perseverante, aún sigue pintando, lleva haciéndolo más o menos unos treinta y cinco años; dice que sus obras han llegado a Francia, él a menudo tiene participaciones en las exposiciones pictóricas, es de brocha gorda. Y mi amigo David hoy Jefe Sector también es un pintorazo, es partícipe en las exhibiciones locales, no sé si también haya expuesto en otros lugares. Aclaro que en dos de mis pinturas, Dante metió su mano y sus dedos; recuerdo que una ocasión no podía hacer una nube, entonces tomó pintura con el dedo y le quedó preciosa la nube.